No es cierto esto que se dice de «se pierde un diente en cada embarazo». Existe la creencia de que el calcio necesario para el crecimiento del feto, es absorbido («robado») de los dientes de la madre y que esta pérdida de calcio debilitaría los dientes, tanto como para perder alguno por destrucción, caries o extrema movilidad.
Realmente ésto no ocurre así. El calcio al que recurre el feto será el que proviene de la dieta alimenticia de la madre o bien del propio hueso materno, pero no de sus dientes. Por lo tanto, los problemas de dientes y encías que se producen con cierta frecuencia durante el embarazo tienen otras causas que vamos a comentar.
Existen unos importantes cambios hormonales que van a alterar el medio bucal (diente y encías). Además también tienen influencia los habituales cambios en cuanto a alimentación, tanto en calidad como en frecuencia (picoteos) y la mayor predisposición a vómitos (intensamente ácidos), que atacarán rápidamente al esmalte dentario y a las encías, al contactar con unos y otros.
Como consecuencia de todo ésto:
- Las encías se irritan, enrojecen y sangran con más facilidad (gingivitis).
- Los dientes aumentan su movilidad, siendo ésto más frecuente desde el 2º mes hasta el octavo.
- Las caries que ya existen, pueden acelerar su evolución.
¿Cómo podemos evitar o reducir al máximo estos efectos negativos?
- Manteniendo una dieta adecuada, en cuanto a tipo de alimentación y también en cuanto al ritmo; es decir, evitar los picoteos entre comidas. Si ésto no lo podemos remediar, no nos quedará más remedio que ser un poco «esclavas del cepillo».
- Debemos ser más constantes con el cepillado, después de cada comida o picoteo, y también tras algún vómito o regurgitación alimenticia.
- Hacer revisiones más frecuentes para poder controlar el estado de encías y dientes. Al menos serían convenientes dos visitas: una al comenzar el embarazo y otra antes de finalizarlo.